Una Europa entre Benet y Larbaud.
LA
TIERRA DEL GRAJO es prueba de que es posible situar una novela de
viajes tanto en los bosques de Karelia, en los del Alto Palatinado o en
las costas croatas de principios de siglo XX como en las provincias de
la España tradicional, tan denostada por todos. Las misma irradiación
poética es posible encontrar en los ordenados jardines de un sanatorio
suizo que en las agrestes montañas del interior de Castellón o en las
llanadas semiáridas alicantinas. Así lo vieron viajeros de necesidad o
de fortuna, como Larbaud o Unamuno. ¿Qué diferencia sustancial hay, a
los ojos del viajero, entre el valle del Palamó de principios del siglo
XX (pequeña artesa aluvial del extrarradio de Alicante, hoy convertida
en tierra de rotondas y edificios de varias plantas), con sus casas de
recreo modernistas y sus jardines de cipreses y palmeras, y las
soleadas laderas de la Toscana? Quizá entre ambas no haya más que la
distancia que impone el prejuicio más arraigado en España: aquél que
afirma que la tierra de nuestro país es la esencia misma del atraso. De
ese pretendido atraso secular que ha servido como justificación para el
desmembramiento de toda una cultura rural (a la que Sánchez Dragó viera
ya herida de muerte) para promover su asimilación a las formas que
impone el mundo anglosajón. LTDG, en la tradición de Juan Benet, Valery
Larbaud y Alvaro Cunqueiro, nos ofrece alternativas a esas formas
excesivamente rígidas. Y muchos, muchísimos kilómetros por recorrer,
por medio mundo. Pero de otra manera.
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La disfunción eréctil (DE), comúnmente conocida como impotencia, es una afección en la que un hombre es incapaz de conseguir o mantener una erección suficiente para mantener relaciones sexuales. Este problema puede interferir en la autoestima y las relaciones íntimas de un hombre y, contrariamente a algunas creencias, no es una parte natural o esperada del envejecimiento.
La disfunción eréctil está muy extendida, especialmente entre la población masculina que envejece. Según las investigaciones, alrededor del 40% de los hombres padecen disfunción eréctil a los 40 años. Esta prevalencia aumenta con la edad, con casi el 70% de los hombres afectados a los 70 años. Estas estadísticas desmienten la idea de que la disfunción eréctil es algo poco frecuente. Por el contrario, es una afección que una proporción significativa de la población masculina experimentará en algún momento de su vida.
Es esencial diferenciar entre las dificultades ocasionales para lograr una erección y la disfunción eréctil crónica. Tener problemas de erección de vez en cuando es normal y no suele ser motivo de preocupación. El Dr. Newton subraya que hasta el 50% de los hombres mayores de 40 años padecen disfunción eréctil en algún grado.
Si un hombre se encuentra con frecuencia incapaz de lograr o mantener una erección, es fundamental que consulte a un profesional sanitario. Aunque la disfunción eréctil es frecuente, no forma parte del proceso de envejecimiento y existen opciones de tratamiento. Las consultas periódicas con un médico pueden ayudar a abordar el problema y descartar afecciones subyacentes.
La disfunción eréctil puede deberse tanto a problemas físicos como psicológicos. Desde el punto de vista físico, la disfunción eréctil puede deberse a una restricción del flujo sanguíneo al pene o a nervios dañados. Desde el punto de vista psicológico, factores emocionales como el estrés pueden provocar disfunción eréctil. Además, la disfunción eréctil puede ser un indicador precoz de enfermedades más graves como la aterosclerosis (endurecimiento u obstrucción de las arterias), enfermedades cardiacas, hipertensión o diabetes.
Por lo tanto, es crucial comprender y abordar la causa de fondo.
Los efectos de la disfunción eréctil no son meramente físicos. Los hombres con disfunción eréctil suelen experimentar repercusiones emocionales, como ira, frustración, tristeza y una disminución de la confianza en sí mismos. La carga emocional puede ser profunda y afectar tanto al individuo como a su pareja. Sin embargo, con comprensión, apoyo y un tratamiento adecuado, esta carga emocional puede aliviarse.
Varios factores aumentan la probabilidad de que un hombre desarrolle disfunción eréctil. El estilo de vida, como una dieta inadecuada, el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo y la obesidad, influyen en su aparición. La falta de actividad física también es un factor contribuyente. Estos hábitos de vida pueden provocar enfermedades crónicas como cardiopatías, diabetes de tipo 2 y cáncer, que, a su vez, pueden provocar disfunción eréctil.
Abordar estos factores de riesgo mediante cambios en el estilo de vida e intervenciones médicas puede ayudar a prevenir o tratar la disfunción eréctil. Mediante la concienciación, la comprensión y la gestión proactiva, los hombres pueden llevar una vida sexual satisfactoria a pesar de este problema tan común.